Los efectos de esas palabras pueden ir más alla de lo que crees y de lo que tú o tus hijos pueden controlar. "No puedes hacer nunca nada bien". A nadie le gustaría escuchar esto, menos aún como adultos. Imagina la desagradable sensación de tu inocente hija cuando te escucha decir palabras así. Si tu hija se equivocó, rompió algo, arruinó la mezcla del pastel, da un respiro profundo y piensa en lo que es más importante. La respuesta siempre será la misma: tus hijos son más importantes que cualquier otra cosa.
- "Ojalá te parecieras más a tu hermano". No
ganamos nada comparando a nuestros pequeños, pero sí podemos crear
resentimientos entre los miembros de la familia. Asegúrate de que nunca
existan comparaciones en tu hogar. Todos somos diferentes y únicos, y
todos somos especiales a nuestra propia manera.
- "Eres gordo/feo/tonto". Nuestros hijos creen
todo lo que les decimos. Somos su fuente más confiable de información y
también la máxima fuente de amor. No dañes la autoestima de tus pequeños
con adjetivos negativos. Mejor trata de hacer notar sus puntos fuertes
en lugar de subrayar los negativos.
- "Me avergüenzas". Si tu hijo tiene la tendencia
de llamar la atención en público, como gritar, brincar, correr y cantar a
altos volúmenes de voz. Tal vez sólo necesite más atención. No digas
cosas como estas frente a sus amigos y tampoco en privado. ¿Por qué no
planear un espectáculo en casa en donde él sea la estrella principal?
Tal vez descubran su lado artístico al hacerlo y pasar un buen momento
en familia.
- "Ojalá nunca hubieras nacido". No puedo pensar en algo peor que alguien podría decir a un pequeño. Nunca, bajo ninguna situación, digas esto a tus hijos, ni siquiera en broma. Todos necesitamos saber que somos deseados y queridos, sin importar los errores que cometemos.
- "Me tienes harta, ya no te quiero". A veces, sin
darnos cuenta, caemos en el juego de palabras de los pequeños. Tu hija
de 3 años está frustrada porque no puede comer un segundo plato de
helado para la cena. Después de explicarle varias veces por qué no debe
hacerlo, se enoja, llora y te dice que no te quiere. La respuesta más
fácil sería pagar con la misma moneda, pero esto sólo le causa daño a tu
hija. La reacción correcta sería explicarle de nuevo por qué no puede
comer más postre y recordarle que siempre la vas a querer, aunque ella
esté muy enojada contigo. Ella aprenderá mucho más de lo que te imaginas
de esta lección.
- "No llores, no es para tanto". "¿Qué tan grandes
pueden ser los problemas de los niños? Son sólo niños, ellos no tienen
preocupaciones, aflicciones, disgustos ni miedos". Este es un error que
como adultos comentemos muy a menudo. Los niños tienen tanta o mayor
capacidad emocional que un adulto. La diferencia es que no pueden
expresarse ni calmarse a sí mismos como nosotros. Entonces, sus
problemas de alguna manera ¿no serían aún más grandes? Nunca minimices un miedo,
una raspadura, una duda, un conflicto que esté pasando tu pequeño.
Ayúdalo a superarlo y a reaccionar de manera saludable ante él.
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