Pues hasta no hace mucho hubiéramos dicho que muy atrás, pero un desarrollo del prestigioso Instituto Fraunhofer ha logrado ofrecer una conexión inalámbrica en la que se han alcanzado tasas de transferencia de 100 Gbits por segundo.
Este logro sucede al que hace unos meses ya se consiguió al transmitir datos de forma inalámbrica a 40 Gbits por segundo, y como en aquel caso uno de los secretos está en usar unas señales de alta frecuencia (237,5 GHz) que nos permiten empaquetar y enviar los datos.
El problema —sí, hay un problema, y gordo— es que esas altas frecuencias no se llevan bien con las paredes. Sin embargo, esas frecuencias son útiles en un buen montón de escenarios remotos en los que instalar fibra óptica resulta muy poco asequible.
No solo eso: los desarrolladores ya han adelantado que este tipo de sistemas podrán llegar sin aparentes problemas a transmitir datos a velocidades de 1 Tbit por segundo. Ahí es nada.
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