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domingo, 15 de febrero de 2015

Más de 107 mil niños en las garras del trabajo infantil


Combinan el trabajo y el estudio 13,3%, únicamente trabajan 9,5%, y aquellos que ni trabajan ni estudian 11,6%


Las condiciones a las que están expuestos los niños, niñas y adolescentes (NNA) que trabajan se han deteriorado en los últimos ocho años, situación que aqueja a 107 mil 935, alertó Comité Directivo para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil.
LOS MÁS GOLPEADOS. Respecto al ámbito de residencia, se tiene que del total de NNA que residen en el área rural, el 48,6% se encuentra trabajando, mientras que para el área urbana la tasa es de 13%.
Esto significa que existen factores específicos que condicionan el Trabajo Infantil en el área rural, explicó Verónica Luy Delgado, directora regional de Trabajo y Promoción del Empleo.
“Como son la pobreza, la mayor demanda de mano de obra (labores agrícolas), la mayor tolerancia cultural al Trabajo Infantil, la menor fiscalización y débil presencia del Estado con servicios públicos (educación, salud, infraestructura), la escasez de oportunidades para los padres, entre otros”, detalló.
DESGARRADOR. El total de niños, niñas y adolescentes entre los 6 y 17 años de edad asciende a 456 mil 316 personas, de ellos 107 mil 935 trabajan: 51 mil 776 son niños y niñas entre 6 y 13 años de edad y 56 mil 159 adolescentes de 14 a 17 años de edad, revela el estudio “Diagnóstico de la situación del trabajo infantil en la región Piura”.
NADA ALENTADOR. Estas cifras ubican a Piura entre las siete regiones del país con mayor población absoluta de NNA que trabajan: 23,7%.
“A pesar que ha existido una reducción porcentual en los últimos ocho años, esto no implica necesariamente mejoras sustanciales, ya que la calidad del mismo y las condiciones a las que están expuestos los niños , niñas y adolescentes puede haberse deteriorado”, subraya la funcionaria.
RURAL Y URBANO. De acuerdo al estudio realizado, las actividades a las que se dedican recaen principalmente en el ámbito de su residencia. Así tenemos que, los menores en la zona rural se dedican a labores agrícolas y pastoreo de animales en un 84,8%.
La directora de trabajo reveló que en el ámbito rural, los menores se dedican a las labores de apoyo en el negocio del hogar o de un familiar (41,4%) y la prestación de servicios como lavado de carros, lustrado de botas, entre otros (21,0%).
ALARMANTE. Ahora, del total de niños que trabajan, existen grupos aún más vulnerables. Por ejemplo, el porcentaje de NAA que ni trabaja ni estudia asciende a 11,6. Existen otros menores y adolescentes que únicamente trabajan (9,5%), otros más vulnerables que combinan el trabajo y el estudio (13,3%).
“Las extensas jornadas de trabajo y el esfuerzo realizado, muchas veces dificulta el rendimiento escolar, trayendo como resultado final: ausentismo y deserción”, informa la Dirección de Trabajo, en base a los alcances de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“Combinar la asistencia a la escuela con el trabajo, a menudo exige que los niños, niñas y adolescentes realicen un doble esfuerzo, que generalmente termina sacrificando la educación a cambio de obtener una contribución a las precarias economías familiares”, revela el estudio.
LOS VEMOS A DIARIO. Lo que indican las cifras y concluyen los estudios se aprecia diariamente en el caótico y peligroso mercado de la ciudad. Allí está el caso de Juan Diego, un menor de 10 años de edad que arrastra una carretilla para cargas bultos y ganarse un sol por recorrido.
Esta carretilla, que no es más que su herramienta de trabajo, da la impresión se ha convertido en una extensión de su pequeño cuerpo, lo que también revela que padece de un deficiente crecimiento causado por un cuadro de desnutrición.
Pedro, de 8 años de edad, recorre los comercios del centro de Piura ofreciendo golosinas, mientras que María (10 años) vende flores artificiales en pleno óvalo Grau.
EXPLOTACIÓN. Verónica Luy explica que en la mayoría de los casos los menores son víctimas de explotación.
“Son obligados a trabajar por sus propios padres, y en otros casos, tienen que trabajar para contribuir a la economía familiar, en hogares donde sus posibilidades de educación y un mejor futuro se reducen sustancialmente. La explotación es una realidad”, advierte.

Noticia del diario El Correo

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