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sábado, 29 de agosto de 2015

El misterio de Bilderberg: ¿por qué creemos en las conspiraciones?

La gente normal y corriente no puede hacer más que especular respecto a lo que ocurre en las conferencias secretas del grupo Bilderberg, que reunió este fin de semana a la élite del mundo de la política y las finanzas. En ese terreno fértil, abundan las teorías conspirativas sobre qué se discute y quién asiste.

 La creencia de que conciliábulos secretos rigen el mundo es una constante que ha resistido el paso de los siglos.


Y el jueves pasado, la que ha sido quizás la organización clandestina más controvertida de nuestros tiempos, el grupo Bilderberg, empezó su reunión a puertas cerradas.
Al estilo de una trama de James Bond, unos 150 líderes en el mundo de la política y los negocios llegaron a un centro de esquí en Suiza para discutir, durante cuatro días, el futuro del mundo.
En la lista de asistentes a encuentros previos de ese foro, que se celebra una vez al año en hoteles de cinco estrellas, figuran desde el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton o Carlos, el príncipe de Gales, hasta gerentes de decenas de empresas.

Intercambio de ideas

La primera reunión se celebró en 1954 y su objetivo fue reforzar las relaciones entre Estados Unidos y Europa y prevenir otra guerra mundial.
Ahora, bajo el liderazgo del ex secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger y de quien fuera vicepresidente de la Comisión Europea, el vizconde de Davignon, el objetivo es supuestamente servir de espacio para que las élites occidentales intercambien ideas.
Sin embargo, los teóricos conspirativos han acusado al grupo de todo: desde de haber orquestado intencionalmente la actual crisis financiera hasta de planear la muerte de un 80% de la población mundial.
Un opositor de larga data de la organización, el presentador de radio estadounidense Alex Jones, interrumpió una reunión con un megáfono.
"Sabemos que son despiadados. Sabemos que son malvados. Respetamos su poder oscuro".
Gran parte de la alarma que este grupo secreto despierta se debe a los métodos que utilizan: los nombres de los asistentes a sus encuentros no son dados a conocer antes de la conferencia, las reuniones permanecen cerradas al público y a los medios de comunicación y no se difunden comunicados de prensa.


Un club social

El crujir de los dientes que provoca Bilderberg es ridículo, opina el columnista del diario inglés The Times David Aaronovitch.
"No es más que un club ocasional para que los ricos y los poderosos cenen juntos", argumenta.
Las declaraciones de Denis Healey, cofundador de la organización, al periodista Jon Ronson para su libro "Them" ("Ellos"), parecen confirmar ese argumento.
"Bilderberg es la reunión internacional más útil a la que he asistido en mi vida", indicó. "La confidencialidad permite que la gente hable con honestidad sin temor a las repercusiones de sus comentarios".
Si es así, ¿por qué grupos como este provocan tanta alarma?
Aaronovitch, quien escribió el libro "2009 Voodoo Histories" ("Historias de vudú 2009"), señaló que los complots para crear un nuevo orden mundial son una fantasía conspirativa tradicional.
"Tienden a decir que lo local y lo nacional está bajo la amenaza de fuerzas internacionales, con frecuencia vinculadas al capitalismo financiero y, a menudo también, relacionadas con los intereses judíos".

 

Visos antisemitas

El Grupo Bilderberg no es de ninguna manera el único conciliábulo.
Se dice que la orden de los Iluminados, por ejemplo, que se deriva de una sociedad secreta en Baviera, Alemania, del siglo XVI, es una organización omnipotente, que incluye entre sus miembros a presidentes de Estados Unidos y que ha controlado eventos mundiales trascendentales.
La francmasonería o masonería es una fraternidad secreta que, tras muchas críticas, en los últimos años se ha vuelto más abierta.
La declaración de principios de Hamas, el grupo islámico que gobierna Gaza, sostiene que los masones confabulados con los judíos y los miembros del Rotary Club buscan menoscabar a la nación palestina.
John Hamill, vocero de la organización que gobierna a los masones en Inglaterra y Gales, indicó que está al tanto de las acusaciones de Hamas.
"No es verdad, la masonería es apolítica. Este planteamiento probablemente se produjo porque una de nuestras ceremonias se basa en la historia del templo del rey Salomón. Por alguna razón, los gobernantes islámicos lo traducen en sionismo", indicó Hamill.
De hecho, muchas cábalas sobre este tipo de agrupaciones tiene visos antisemitas.
Los "Protocolos de los sabios de Sión" fue un documento falsificado, posiblemente creado por agentes zaristas rusos, que aparentaba revelar un complot judío para dominar el mundo.
Pese a que se ha comprobado que se trata de un documento falso, la idea se ha mantenido viva entre los antisemitas y ha dado lugar a nuevas versiones.
Una de ellas es el "gobierno de ocupación sionista", que plantea que los países tienen gobiernos títeres y que el poder real es ejercido por los intereses judíos.
Y hay otras cábalas menos obvias, como la del ex periodista deportivo británico David Icke quien proclamó que el mundo está gobernado por extraterrestres que tienen forma de reptiles. En pocas palabras, que al mundo lo rigen lagartos gigantes.

De todas las tendencias

Las teorías de la conspiración no son un monopolio de la derecha.
Durante el escándalo de Mónica Lewinsky, Hilary Clinton culpó a una "vasta conspiración de derecha" por la situación en la que se encontraba su marido.
Más recientemente, algunos izquierdistas han argumentado que los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos fueron organizados por el círculo íntimo del presidente George W. Bush para poder invadir Afganistán e Irak.
La política de las cábalas ha sido siempre muy confusa, señala James McConnachie, coautor de "Rough Guide to Conspiracy Theories" ("Guía rápida de las teorías de la conspiración").
Grupos como el Bilderberg o los Iluminados, los judíos o los masones le permiten a la gente proyectar sus propios temores, asegura McConnachie.
Ante el grupo de Bilderberg, por ejemplo, en Estados Unidos el mayor miedo es que exista una conspiración secreta de la Unión Europea que amenace las libertades de los estadounidenses. En Europa, el temor es que una élite promotora del libre mercado esté tramando imponer una agenda de derecha.
"Las teorías de la conspiración son ciegas a las definiciones convencionales de derecha e izquierda", indica McConnachie.
"La izquierda -dicen- está organizando un gobierno internacional, mientras que el capitalismo global, desde la derecha, podría estar haciendo lo mismo pero a través de diferentes métodos".

Momentos clave


Para Aaronovitch, lo que exacerba las teorías de la conspiración son momentos de gran agitación.
"Surgen mucho durante épocas en los que se están gestando cambios significativos, ya sea para mejorar o para empeorar la situación presente. ¿Por qué el McCarthyismo ocurrió en momentos en que la economía estadounidense estaba creciendo más rápido que en cualquier momento de su historia?".
La sociedad estaba en un proceso de cambio, la economía se estaba expandiendo rápidamente y millones de hombres estaban regresando de la guerra.
Pero no sólo se trata del contexto social. Algunas personas son más susceptibles que otras a la hora de creer en cábalas locas, plantea el profesor Chris French, del departamento de Psicología de la universidad británica Goldsmith.
"La gente que tiende a ser alienada por las principales corrientes, la que se siente impotente, siente la necesidad de tener algún control".
Esas personas no sólo no creen en el gobierno, sino que no confían en sus vecinos y en su necesidad de controlar puede haber vínculos a las raíces de las doctrinas religiosas.

Una sola idea

De acuerdo con el profesor Andrew Kakabadse, coautor del libro "Bilderberg People", es posible que los teóricos de la conspiración exageren, pero asegura hay que reconocerles algo: el grupo cuenta con un poder genuino que supera con creces al del Foro Económico Mundial, que se reúne en Davos.
Y, ante la falta de transparencia, es fácil entender por qué a la gente le preocupa tanto su influencia, agrega.
"Es mucho más inteligente que una conspiración", indicó el académico. "Está moldeando la forma en que la gente piensa, de manera que parezca que no hay otras alternativas a lo que está pasando en el mundo".
La agenda del grupo es reunir a las élites políticas, tanto de derecha como de izquierda, dejarlos que se mezclen en un ámbito relajado y lujoso, y esperar a que se produzca una efervescencia de ideas.
Puede parecer una fiesta gloriosa, pero no lo es.
"Cuando has asistido a suficientes cenas, empiezas a notar que un tema emerge", asegura Kakabadse.
Y el tema en Bilderberg es promover un consenso en torno al capitalismo occidental y sus intereses en todo el planeta.
"¿Está todo esto conduciendo a la idea sobre un mundo dominado por una sola fuerza? En cierta forma sí. Hay una tendencia muy fuerte para que se establezca un un gobierno mundial que se ajuste al molde del capitalismo de mercado libre occidental".

Grado de vileza

Algunas de las críticas convencionales de gente alienada que busca el orden en un mundo caótico bien pueden ser ciertas. Pero, eso no es todo, según McConnachie.
"La otra explicación es más peligrosa. La que dice que ellos tienen razón y que el único problema es que exageran a la hora de articular sus planteamientos".
El caso del grupo Bilderberg coincide con el modelo para ejecutar una conspiración global: un órgano secreto que intenta encaminar la dirección del mundo, resalta McConnachie.
"La única diferencia es el grado de vileza que se le asigna -explica-. Los teóricos conspirativos tienden a considerar la cábala como pura expresión de la maldad, cuando en realidad las cosas son más matizadas de lo que parecen".
Para McConnachie, le debemos a los teóricos consipirativos todas esas historias de lagartijas al mando del mundo.
"Ocasionalmente tenemos que darle crédito a los teóricos conspirativos pues alertan sobretemas que los medios de comunicación han ignorado. Es sólo recientemente que la prensa ha empezado a hablar de las reuniones de Bilderberg. ¿Cubriría la prensa esas historias si no fuera porque esas extrañas ideas están volando por ahí?".
Sin embargo, Aaronovitch no está de acuerdo.
Creer en cábalas lleva a que algunos grupos sean discriminados y a que se obstruya una visión racional del mundo.
"Creer ciegamente en el grupo Bilderberg significa creer en una fantasía", señaló. "Significa que hay personas, como Dios, que actúan con un poder superior. Eso remplaza el intolerable pensamiento de que no hay ningún plan, que el mundo es caótico. Puede que sirva como una suerte de terapia, pero lo cierto es que tiene a la gente creyendo en mensajes anticientíficos".

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