¿Llegó realmente el hombre a la
luna? ¿Quién asesinó al presidente de Estados Unidos John F. Kennedy?
¿Cómo se inició la pandemia global de VIH? ¿Quién gobierna realmente el
mundo?
Hay quienes creen que las respuestas a estas preguntas no
se encuentran en los libros de historia y dan crédito a las numerosas
teorías conspirativas sin fundamento, que han surgido en las últimas
décadas alrededor de esos y otros eventos cruciales.Con la entrada del nuevo siglo y la irrupción de internet, una de esas teorías ha ido ganando popularidad.
Se trata de la supuesta existencia de la Orden de los Illuminati, cuyo origen se remontaría a la sociedad secreta del mismo nombre creada en Alemania a fines del siglo XVIII y que estaría integrada por los poderes políticos y económicos, cuyo objetivo final sería el de establecer un nuevo orden mundial a través de un gobierno global.
Es habitual que en los foros de discusión de la red algunos internautas recurran a los Illuminati para explicar muchos de los males que aquejan a nuestro planeta.
Políticos como George W. Bush o Barack Obama, o magnates como el multimillonario George Soros, han sido acusados de formar parte de esta organización, con la que se ha llegado a vincular al papa Francisco y la reina Isabel II de Inglaterra.
Algunos creen ver en los videos musicales de artistas como Lady Gaga, Katty Perry, Beyoncé o Jay Z la simbología asociada a los Illuminati, como pentagramas, pirámides o el famoso "ojo que todo lo ve" que aparece en los billetes de dólar.
Pero ¿de dónde proviene el mito de los Illuminati y por qué hoy en día hay gente que sigue creyendo en la existencia de un grupo que desapareció hace más de dos siglos?
La orden real
La Orden de los Illuminati fue fundada en 1776 en Baviera, Alemania, por el jurista Adam Weishaupt.El objetivo de esta sociedad secreta, inspirada en los ideales de la ilustración y cuya estructura estaba basada en la de las órdenes masónicas, era acabar con el oscurantismo y con la influencia que en aquella época tenía la iglesia en la esfera política.
Tras el ascenso al poder del príncipe Karl Theodor, la Orden los Illuminati, igual que otras sociedades secretas, fue ilegalizada, disolviéndose en 1785, menos de una década después de su fundación.
Autores como el francés Agustín Barruel (1741-1820), la británica Nesta Helen Webster (1876-1960) o el canadiense William Guy Carr (1895-1959) la vincularon con eventos como la Revolución Francesa de 1789, las Revoluciones de 1848, la Primera Guerra Mundial o la Revolución Bolchevique de 1917.
Hubo quien aseguró que los padres fundadores de EE.UU. eran miembros de la Orden de los Illuminati y que la Reserva Federal, el banco central estadounidense, fue creada para ayudar a cumplir los objetivos de dominación global de la organización.
En las últimas décadas han aparecido referencias a los Illuminati en obras como la trilogía satírica de ciencia ficción The Illuminatus (1975), de Robert Shea y Robert Anton Wilson, o "Ángeles y Demonios" (2000), de Dan Brown, así como en las letras de algunos artistas de la escena del hip hop.
Todo ello ha contribuido a que se convirtieran en protagonistas de numerosas teorías conspirativas sin pies ni cabeza, que han ganado popularidad en años recientes gracias a internet, donde se pueden encontrar miles de páginas dedicadas a los Illuminati.
"Una locura"
"Es una locura que hoy en día haya gente que crea en la existencia de los Illuminati", asegura el escritor e historiador estadounidense Mitch Horowitz."Los ciudadanos tienen preocupaciones legitimas sobre cómo funcionan los poderes políticos y económicos, pero en vez de canalizar esas preocupaciones de manera efectiva para que haya más transparencia, algunos prefieren creer en historias de fantasía sobre una organización que dejó de existir hace más de 200 años", señala Horowitz en conversación con BBC Mundo.
Según Horowitz, "hay escritores y periodistas que contribuyen a la paranoia en torno a los Illuminati y la gente se deja convencer porque les resulta interesante pensar que existe un grupo secreto que domina el mundo".
"Si estudiaran lo que realmente eran los Illuminati, se darían cuenta de que se trataba de una organización política cuyos ideales estaban basados en una sociedad más justa y a la que le gustaba la iconografía que se relaciona con el mundo de lo oculto".
Horowitz cree que, debido al magnetismo que tiene para el público, hoy en día a muchos artistas les gusta experimentar en sus videos musicales con esa iconografía.
"Los músicos entienden el atractivo que tienen símbolos como el pentagrama, el obelisco o el ojo que todo lo ve y por eso los utilizan, aunque eso no los convierte en miembros de una sociedad secreta".
Entre los que sí creen en la existencia de los Illuminati se encuentra el escritor estadounidense Mark Dice, autor de un libro sobre esta presunta organización clandestina.
"Sociedades secretas interconectadas"
"Es cierto que los Illuminati están rodeados de fantasía, pero cuando se separa realidad de ficción, creo que hay pruebas que demuestran que se trata de un grupo real que continúa existiendo hoy en día", explica Dice en conversación con BBC Mundo.Según Dice, tras su disolución en 1785, "los Illuminati siguieron operando a través de varias sociedades secretas interconectadas, como el Grupo de Bilderberg o el Consejo de Relaciones Exteriores".
"Estas organizaciones comparten los objetivos de los Illuminati, sus métodos de funcionamiento, sus símbolos y su terminología", asegura.
Dice sostiene que no necesitan utilizar el nombre de Illuminati porque "ellos saben quiénes son y lo que están haciendo".
"En los últimos años el Grupo de Bilderberg ha sido expuesto, ya que con internet no es fácil que siga siendo un secreto. Lo venden como si fuera una conferencia aburrida más, pero eso no explica por qué en los últimos 60 años la prensa no ha informado de ello", asegura Dice, quien culpa de ello a los grandes medios.
"¿Cómo no es de interés público que cada año 100 de las personas más poderosas del planeta se reúnan en un hotel rodeados de guardas armados para conversar sin micrófonos sobre cómo quieren influir en el futuro del planeta?".
Dice asegura que los Illuminati "quieren crear un gobierno global de inspiración socialista" y "utilizan a artistas de fama global para promocionar su agenda".
Pese a lo descabelladas que puedan sonar las teorías de Dice sobre los Illuminati o quizás a causa de ello, el escritor estadounidense cuenta con cientos de miles de seguidores en Facebook y YouTube.
¿Culpa de internet?
Ello viene a confirmar lo que sostiene Jesse Walker, autor del libro The United States of Paranoia ("Los Estados Unidos de la paranoia"), quien considera que "internet ha sido fundamental para potenciar y propagar el fenómeno de los Illuminati"."En la actualidad son vinculados con todo tipo de teorías, tanto por grupos de extrema derecha como de extrema izquierda, que los utilizan según les conviene", explica Walker en conversación con BBC Mundo.
Según Walker, en los últimos años algunos artistas como el rapero Jay Z han incluido guiños a los Illuminati en sus apariciones públicas para divertirse, alimentando las teorías conspirativas que vinculan a numerosas estrellas de la industria del entretenimiento con este grupo.
"Las teorías conspirativas son una parte intrínseca de la psique humana. Somos criaturas que buscamos patrones para dar un sentido al mundo que nos rodea. Si hay lagunas en una historia hemos de buscar explicaciones para ello".
Walker considera que "existen motivos reales para tener miedo o ansiedad, ya que algunas veces las teorías conspirativas han resultado ser ciertas, como en el caso del escándalo de las escuchas de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA, por sus siglas en inglés) o cuando sale a la luz que un político ha estado recibiendo sobornos".
"Así que cuando combinas el miedo con la búsqueda de patrones, surgen teorías conspirativas como la de los Illuminati".
Según Walker, el problema es que "mucha gente no tiene el conocimiento suficiente como para diferenciar lo que es real de lo que no".
Quizás por eso, en la era de internet, los Illuminati siguen siendo utilizados por aquellos que se niegan a creer la versión oficial de los hechos para explicar todo tipo de eventos.
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